Reutilización de residuos para mejorar la eficiencia (y la cuenta de resultados) de tu empresa

Un buen sistema corporativo de reutilización de residuos puede jugar a favor del balance de gastos e ingresos, que especialistas como el Boston Consulting Group consideran clave para el efecto llamada y que otras compañías se sumen a la tendencia.
Alba Moreno, responsable de Sostenibilidad de FAGEM (Federación de Asociaciones y Gremios Empresariales del Maresme, Barcelona), comparte esa idea: “Reutilizar los residuos supone para una empresa ahorrar en su gestión y en materias primas. En periodos como el actual, dada la volatilidad de precios de los materiales, resulta aún más importante su aprovechamiento”.
“Con el aumento del costo de bienes y materiales, utilizar los recursos de manera eficiente y reducir el desperdicio de su empresa, no solo es mejor para el medioambiente, también tiene un sentido financiero”, coincide la guía ambiental para negocios de NetReg, asociación de la Agencia de Medio Ambiente de Irlanda del Norte y la Agencia de Protección del Medio Ambiente escocesa. “Puede ahorrar dinero, obtener beneficios y hacer que su negocio sea más eficiente si se enfoca en cómo reduce, reutiliza, recicla o recupera sus desechos, y en cómo maneja los residuos que no es posible aprovechar“, insiste. En este último aspecto, la industria de la revalorización suele emplear ese tipo de materiales para generar energía eléctrica mediante su combustión.
Moreno recuerda que, antes de reutilizar o reciclar, la economía circular trabaja para reducir, es decir, lograr que los productos no lleguen a convertirse en residuos “mediante procesos más eficientes desde el diseño a la cadena de producción”. La experta, defensora del ecodiseño, pone como ejemplo el corte de distintas piezas sobre una plancha o un trozo de tela: “Depende de cómo lo hagamos, quedará más o menos material sobrante”. También se puede reparar el producto defectuoso, o, en vez de tirar lo que no quede perfecto, vender segundas calidades a menor precio. La impresión 3D, gracias a la capacidad de ajustar el diseño digital, prototipar, personalizar productos y producir tiradas cortas o piezas únicas, reduce el ‘stock’ y el desperdicio, también en la industria textil.
El ecodiseño implica “gastar menos dinero en materia prima y en gestión del residuo, que tiene un coste asociado”, prosigue Moreno. Y favorece el descubrimiento de nuevos mercados y modelos de negocio, por ejemplo el comercio de segunda mano, la reparación o la re-manufactura, entendida como el proceso de devolver un componente a un estado de calidad equivalente o superior al original. “Pongamos que soy una empresa con un ‘stock’ de 10.000 pantalones tejanos sin salida porque han pasado de moda. Puedo tirarlos, o, si tengo la economía circular en la cabeza, modificar el patrón, cambiar el corte y venderlos como nuevos”.
“Los bienes y materiales susceptibles de ser reusados dependen del tipo de negocio. Una oficina puede aprovechar los sobres y embalajes o reutilizar el papel usado como papel de carta. Una fábrica puede reutilizar envases y recortes o capturar el calor residual generado en los procesos de producción para calefacción”, apunta NetReg, que también reclama “pensar antes de tirar” y recomienda a los fabricantes reutilizar materiales y equipamientos en su propio negocio, o acordar con otra organización su reaprovechamiento. “Reutilizar los desechos de su propia empresa puede reducir costes y generar ingresos a partir de materiales y bienes valiosos para otros”. Desechos que se convierten en insumos para otra empresa, productos de segunda mano, equipos obsoletos… “Que una empresa utilice el subproducto de otra no es nuevo, existe desde siempre”, tercia Moreno. “Los ganaderos llevan muchos años vendiendo la grasa de la lana de sus ovejas a la industria cosmética, que también aprovecha la lignina que no les sirve a los productores de papel”, recuerda.
Lo que se impone ahora, en opinión de la experta, es usar la tecnología y el conocimiento para encontrar esas conexiones, replicar e institucionalizar las buenas prácticas y facilitar que cada vez más compañías trabajen alineadas con los principios de la economía circular. “Las empresas han de entender que no es el momento de hermetismos, sino de abrirse, colaborar y hablar con la competencia”.
Por ejemplo, FAGEM ha impulsado una plataforma online de acceso público donde las compañías pueden subir sus iniciativas de intercambio. “Te puedes unir a una firma de tu mismo sector para llevar tus subproductos a una tercera compañía que los necesite y así compartir gastos de transporte”, propone Moreno. No basta con ser más sostenibles, económica, ambiental y socialmente, además “es importante saber comunicarlo”. También es una cuestión de evolución a medio y largo plazo. “Adaptarse a las normativas que vendrán antes de que entren en vigor ahorra costes operativos. Y multas”, concluye. 

[Este contenido procede de BBVA]

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