Los microplásticos llegan a los pingüinos de la Antártida, una de las zonas más remotas de la Tierra

Uno de los grupos de especies más representativos de la Antártida son los pingüinos. Constituyen el 80% de la biomasa de vertebrados en el océano austral y se definen como auténticos centinelas de la salud del ecosistema antártico.
Recientemente, grupos de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad de Coimbra y el British Antarctic Survey han llevado a cabo un estudio para determinar la presencia de estos microplásticos en las tres especies de pingüinos antárticos: pingüino barbijo, pingüino papua y pingüino de Adelia. Todos se distribuyen en la península Antártica y de ellos se han obtenido datos de 10 poblaciones entre 2006 y 2016 a través del muestreo en las heces.
Los resultados mostraron una presencia de microplásticos de hasta el 29% de las muestras, que fueron identificadas como polietileno en el 80% de los casos y poliéster en el 10%. Otras fibras identificadas pertenecieron a restos de celulosa. Por el momento, se desconocen los efectos directos de estos residuos sobre la biología de los pingüinos. Pero muy posiblemente contribuyan a los niveles de contaminantes orgánicos detectados en estas aves y que pueden tener consecuencias fisiológicas como disruptores endocrinos.
Uno de los grandes problemas del plástico es precisamente una de sus características, su alta resistencia. Prácticamente ningún tipo de plástico es biodegradable y la única forma de destrucción es a través de la incineración. Por eso, su permanencia en el medio es muy alta: una botella podría tardar más de 400 años en desaparecer. Los efectos de la permanencia de los residuos plásticos en el mar son muy patentes en las aves marinas. Estos les pueden causar graves daños y provocar su muerte al ingerir los trozos de plástico de mayor tamaño.
Los microplásticos son ingeridos por las aves marinas en mayor proporción que otros residuos plásticos de mayor tamaño, ya que pueden ingerirse inadvertidamente a través de las presas de las que se alimentan. Esto los hace muy susceptibles de estar presentes en un mayor número de especies y llegar a lugares más remotos. Uno de estos lugares es la Antártida y el océano que rodea al continente.
En la actualidad, no existen todavía buenas estimaciones sobre la presencia de microplásticos en el océano sur. Sin embargo, se han encontrado concentraciones de hasta 99.000 partículas por kilómetro cuadrado. La mayor parte de las mismas tienen como origen la basura plástica, fibras procedentes de ropa y restos de productos de cuidado personal como cremas.
En definitiva, estos resultados han mostrado una amplia presencia de microplásticos en un área geográfica muy amplia y desde hace al menos 15 años en las aves más conspicuas de la Antártida como son los pingüinos. Todo señala al grave problema de la contaminación por plásticos a nivel global que alcanza las zonas más remotas del planeta.
[Este contenido procede de The Conversation. Lee el original aquí]

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