Ciudades más verdes, pieza clave para una recuperación sostenible

Las ciudades no son solo un complejo conglomerado de edificios, sino que representan el motor de desarrollo de la sociedad actual al acoger prácticamente al 60% de la humanidad y generar el 80% del PIB mundial. Unas cifras que, al mismo tiempo, dejan entrever el enorme potencial de estos núcleos como fuentes de desafíos y oportunidades ante los nuevos escenarios que plantean los tiempos modernos.
En nuestro caso, las ciudades se enfrentan a un crecimiento sin precedentes con el que prometen aglutinar al 80% de la población en pocas décadas. Planificar un desarrollo sin tener en cuenta este crecimiento puede favorecer la creación de sociedades más desiguales que, probablemente, vivan en entornos altamente contaminados y con altas demandas energéticas, poniendo así en juego factores tan importantes como su salud y la del propio planeta.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son testigos de la relevancia de los desafíos a los que se enfrentan las ciudades al haber canalizado 110 de sus 169 metas a resolver los problemas nacidos precisamente en estos núcleos, unos lugares que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), decidirán el destino del propio planeta.
En este sentido, la crisis del coronavirus ha fertilizado muchos de los problemas que estaban sufriendo ya estas ciudades, poniendo en jaque el futuro sostenible al que muchas de ellas estaban aspirando. Por ejemplo, un informe de la Coalición para la Transición Urbana afirma que la crisis ha disparado el desempleo, elevado la pobreza extrema y creado diferencias, al mismo tiempo que esos mismos habitantes siguen recibiendo los impactos del cambio climático.
Sin embargo, en cierto modo la crisis del coronavirus también ha ayudado a repensar el impacto que una mala gestión de los núcleos urbanos ha tenido sobre nuestras vidas, principalmente, porque el virus es una creación indirecta de los excesos vividos en las ciudades. De ahí que organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o la propia ONU vean la salida de esta crisis como una “fantástica oportunidad” para reconvertir estos emplazamientos en lugares más resilientes, inclusivos y sostenibles, y así reducir el riesgo de vivir futuras pandemias y combatir la crisis climática.
“Las ciudades conectadas, limpias y resilientes tienen potenciales beneficios ambientales que, incluso, pueden ayudar a las personas a avanzar como sociedad. Esto significa que invertir en la descarbonización urbana y el fomento de la resiliencia puede contribuir tanto al cumplimiento de los compromisos nacionales en virtud del Acuerdo de París, como para alcanzar los ODS. Con los peligros climáticos en constante aumento, la acción climática urbana es más urgente que nunca”, afirma la Coalición para la Transición Urbana.
La entidad insiste en que “trabajar en asociación con el sector privado podría ayudar a financiar esa transformación”, en un esfuerzo por subrayar que las ciudades no pueden arreglar la magnitud de sus desafíos por si solas, sino que esta debe ser una responsabilidad compartida en todos los niveles por salvaguardar mucho más que simples edificios, sino el futuro de toda la humanidad.
[Esta noticia fue publicada originalmente en El Ágora. Lee el original aquí]


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