Aumenta en España el uso de la bicicleta como transporte sostenible

Eficiente, confortable, no contaminante… La bicicleta ha ido ganando pulso en España durante la actual crisis sanitaria como un medio de transporte ideal para desplazarse por pueblos y ciudades, que cada vez más apuestan por un tipo de movilidad sostenible que ya no sólo entiende de veranos.
Desde que comenzó la pandemia por coronavirus “numerosas urbes y territorios españoles están apostando por una forma individual de moverse que facilita el distanciamiento físico y evita posibles contagios”, explica a Efeverde el secretario técnico de la Red de Ciudades por la Bicicleta, Nacho Tomás, quien apunta que la venta de bicis “se ha disparado un 300% tras el confinamiento”. La creación de carriles provisionales para bicicletas o la ampliación puntual de aceras conforman, según este experto, algunas de las medidas que numerosos ayuntamientos han realizado recientemente, las cuales “sería muy positivo que se mantuvieran para dar más espacio a peatones y ciclistas”.
La mayoría de los desplazamientos urbanos que se producen en la movilidad cotidiana de las poblaciones españolas “son inferiores a 5 kilómetros” y, si se amplía el radio a los 10, “tenemos casi la totalidad de los trayectos que tienen lugar cada día en las calles de cualquier pueblo de nuestro entorno”. Se trata de distancias “perfectamente asumibles en bicicleta, sobre todo desde que la eléctrica ha llegado para quedarse”, ha indicado Nacho Tomás, quien asegura que “movernos dentro de la ciudad en un vehículo privado a motor se ha demostrado que es altamente ineficiente a la vez que muy costoso para el conjunto de la sociedad”.
El último Barómetro de la Bicicleta, realizado en 2019 por la Red de Ciudades por la Bicicleta en colaboración con la Dirección General de Tráfico, refleja que el uso de este medio de transporte ha crecido dos puntos respecto a 2017: los desplazamientos cotidianos para ir al centro de estudios han aumentado un 8,6% y aquellos dirigidos al lugar de trabajo un 2,2%.
Ampliar las redes ciclistas, coordinar los semáforos para dar prioridad a peatones y a usuarios de las dos ruedas, facilitar espacios de aparcamiento seguro, poner en marcha ayudas para la compra de bicis o actualizar la normativa, conforman algunas de las medidas recogidas en un “plan de choque” elaborado el pasado mes de abril por esta asociación compuesta por 130 socios, que representan a más de 500 municipios españoles.
“La movilidad en bicicleta no tiene fronteras”, ha recalcado Nacho Tomás, quien recuerda que esta forma de circular “no contamina ni atmosférica ni acústicamente y tampoco provoca accidentes graves”, además de “ser flexible y tener la gran ventaja de no ocupar espacio público, que tan necesario y escaso ha resultado ser en nuestras calles durante estos últimos meses”.
El interés por la bici es “generalizado y a largo plazo”, señala a Efeverde la coordinadora general de ConBici, Laura Vergara, quien considera que “en poco tiempo hemos sumado nuevos retos a los que ya teníamos”, pues “la crisis sanitaria y social sin precedentes se añade a la climática”. Su uso, manifiesta Vergara, se “está diversificando más allá de la práctica deportiva, con un crecimiento exponencial para los desplazamientos urbanos, pero también para aquellos interurbanos y cicloturistas”. De este modo, “las personas que le daban una sola utilidad han diversificado su manejo y quienes todavía no se decantaban por ella poseen muchas más opciones u oportunidades para hacerlo como, por ejemplo, realizando una ruta durante las vacaciones o incorporando la bicicleta al ocio”, ha precisado.
Desde ConBici, que reúne a 65 asociaciones y colectivos ciclistas de toda España, “hemos intentado posicionar la bici como aliada durante la crisis originada por el coronavirus, aunque no ha resultado fácil”, ya que al principio del estado de alarma “la abogacía del Estado tuvo que emitir una aclaración para incluirla, junto a otros medios de transporte activos, como opciones para llevar a cabo los traslados autorizados“. Además, “algunos cuerpos y fuerzas de seguridad y personas desde sus balcones no se lo han puesto fácil a quienes la estaban utilizando de forma legítima”, pues “confundían el uso recreativo con el de medio de transporte”, y también “hay que destacar los servicios de bicicleta pública que han permanecido cerrados durante meses”. 
Este vehículo “ha demostrado su potencial al ser empleado por profesionales de la sanidad o para realizar acciones imprescindibles para la vida como el reparto de comida y medicamentos”, al mismo tiempo que “ha hecho sentir libre a personas que han disfrutado de espacios sin contaminación atmosférica ni acústica“, ha concluido Vergara.
[Esta noticia fue originalmente publicada en EFE VERDE. Lee el original aquí]


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